Desde el inicio del proceso de restitución de tierras en el 2012, se ha hecho visible una problématica estructural de la sociedad colombiana: las mujeres no disponen de la propiedad de sus predios rurales. Por eso, cuando se abrió la posibilidad de devolver la tierra a las víctimas de despojo del conflicto armado, las solicitudes presentadas por mujeres eran casi inexistentes. De las 123.558 solicitudes de restitución de tierras presentadas desde 2012, solo 38.096 han sido presentadas por mujeres.
¿Qué explica que al menos la mitad de las solicitudes de restitución de tierras no hayan sido presentadas por mujeres?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que, de todos los países de América Latina, Colombia presenta los índices más altos de desigualdad en la distribución de la tierra. Según el último censo agropecuario, en 2014, el 0.4% de la población posee el 46% de la tierra y el índice de Gini es cercano a 0,89%3. Además, históricamente las mujeres han tenido obstáculos de acceso y derecho a la tierra, aún más en el marco del conflicto armado, que perpetró diversas formas de violencia hacia las mujeres.
Aunque 5.442.241 de mujeres colombianas vivan en las zonas rurales del país4, el vínculo legal de las mujeres con la tierra depende de su estado civil, relación familiar o comunitaria. Por eso, la mayoría de las mujeres rurales en Colombia no acceden a la tierra como ciudadanas autónomas sino por mediación de su esposo, padre o hermano. Se trata entonces de una estructura cultural que dispone unos roles basados en género, en el que los hombres son los encargados de los asuntos públicos de la propiedad, tienen el título de propiedad sobre la misma, conocen la cantidad de hectáreas y los linderos de sus propiedades. Mientras que las mujeres, por lo general, están encargadas de los asuntos domésticos de la tierra y de las labores de cuidado.
Estos roles de género hacen que el acceso a la tierra sea mucho más difícil para las mujeres. Al estar relegadas de los asuntos jurídicos y comerciales de su tierra, las mujeres difícilmente conocen sus derechos sobre la tierra, su valor y las dimensiones de sus predios. Al no tener títulos de propiedad, solo pueden acceder a los servicios de asistencia técnica, financiera y de infraestructura por intermedio del hombre propietario
Las consecuencias del Conflicto Armado
En el marco del Conflicto Armado en Colombia la situación de las mujeres rurales, con respecto a su tierra, se hizo más compleja. La guerra produjo más de siete millones de desplazados y encubrió un proyecto de despojo5 de tierras impulsado por algunos grupos armados que afectó de manera particular y desproporcional a las mujeres. Según las cifras sobre el conflicto armado, el 52% de las 7.564.164 víctimas de desplazamiento forzado corresponden a mujeres. En el Conflicto Armado, muchas mujeres perdieron sus proveedores económicos6. Esta circunstancia, que de entrada las victimizaba, las dejó, además, en una situación de riesgo pues el desconocimiento respecto a sus derechos sobre la tierra, terminaba facilitando el despojo de la misma y de su patrimonio por parte de los grupos armados.
¿Cómo ha contribuido ProPaz a la superación de este problema?
En cumplimiento con el enfoque diferencial para la reparación a las víctimas, que contempla la ley 1448, la Unidad de Restitución de Tierras -URT- comenzó a incorporar medidas diferenciales para mujeres. En 2013, se creó el “Programa de Acceso Especial para las Mujeres, Niñas y Adolescentes en etapa administrativa del proceso de Restitución de Tierras Despojadas” con el que se buscaba facilitar el acceso a las mujeres a su derecho a la restitución de tierras. El programa estableció tres líneas de trabajo:
1. Capacitación a funcionarios de la URT en enfoque de genero
2. Identificación de las barreras de acceso para las mujeres en la ruta de restitución de tierras y mecanismos de solución
3. Formación a mujeres restituidas en derechos territoriales para exigir sus derechos.
El Programa de Apoyo a la Construcción de la Paz en Colombia -ProPaz de la GIZ viene acompañado la estrategia del Programa de Acceso a Mujeres con actividades concretas en cada una de sus líneas de trabajo. Desde 2017 ProPaz trabaja con la URT, con organizaciones sociales y con comunidades de base en tres regiones de incidencia (Caquetá, Meta y Norte de Santander) y en el nivel nacional.
El proceso inicio en 2017, con un estudio para la identificación de las barreras que encuentran las mujeres en la ruta de restitución de tierras. Para esta actividad ProPaz involucro a la Corporación Humanas, una organización de la sociedad civil que promueve los derechos de las mujeres y la justicia de género. La Corporación Humanas identifico las dificultades para mujeres reclamantes de tierras en el país, propuso algunas soluciones para la superación de estos obstáculos e impulsó la creación de Núcleos de Exigibilidad de Derechos de mujeres en el departamento. Los Núcleos de exigibilidad son espacios que brindan a las mujeres acompañamiento en la ruta de restitución y donde se buscan estrategias para el cumplimiento de órdenes que dan los jueces en las sentencias de restitución. A través de talleres, las mujeres se reúnen para conocer las partes de sus sentencias de restitución, sus derechos sobre el territorio, las entidades involucradas, los mecanismos jurídicos para la exigencia de los derechos. Además, se hace seguimiento al cumplimiento de las órdenes de las sentencias, a través de rutas de incidencia.
Las actividades con la primera línea de trabajo se dieron de forma paralela al trabajo antes mencionado. ProPaz acompañó la incorporación del enfoque de género al interior de la URT a través de la formación de sus funcionari*s y con la definición de lineamientos para la transversalización del enfoque. En el 2018 esta medida se institucionalizó para tod*s l*s funcionari*s de la entidad con la creación de un módulo sobre enfoque de género y derechos de las mujeres en el curso virtual para nuev*s funcionari*s.
Por último, se viene apoyando la tercera línea de trabajo con la creación de Núcleos de Exigibilidad en las tres regiones de incidencia del programa. Constantemente se crean nuevos Núcleos de mujeres en todo el país que involucran a cerca de 30 mujeres, cada uno. Este año ProPaz impulsó la creación de dos núcleos en Cúcuta y Ocaña, dos municipios de Norte de Santander, con la que, además, se identificaron las necesidades de las mujeres nortesantanderianas en el proceso de restitución de tierras.
La Red Nacional de Mujeres Rurales…. Una apuesta por la cooperación en genero
El principal marco normativo de nuestro trabajo es la Recomendación General N 34 (2016) sobre los derechos de las mujeres rurales del Comité para la Eliminación de la Discriminación de la Mujer. Estas directrices internacionales nos han acercado al trabajo de otros aliados como la FAO y la Cooperación Sueca que también apoyan la consecución y garantía de los derechos de las mujeres.
En nuestro trabajo con la URT nos hemos acercado a la Estrategia de la FAO que busca impulsar proyectos productivos de mujeres rurales. Muchos de los proyectos productivos que apoya la FAO son de mujeres restituidas de los Núcleos de exigibilidad. Esto nos ha permitido espacios de retroalimentación conjunta sobre las actividades en el territorio y proyectarnos en la conformación de una Red Nacional de Mujeres Rurales. Este proyecto se encuentra todavía en su planeación, la idea es que llegue a ser un grupo de nivel nacional en el que se integren más de 50 lideresas de Restitución de Tierras y promuevan la conformación de nuevos núcleos de exigibilidad y proyectos productivos en sus territorios.
Nuestro trabajo de género como un proceso de autorreflexión
Siguiendo la Estrategia de Género de la GIZ, Visión Requiere Actitud – Actitud Encuentra Acción, desde el Programa ProPaz hemos desarrollado una estrategia interna para la incorporación del enfoque de género. Esta estrategia cuenta con una guía de preguntas útiles para cada una de las fases del modelo de resultados, que les permite a nuestros comitentes, en cada una de las fases del proyecto, verificar si las actividades están incorporando el enfoque de género. Este monitoreo permanente se complementa con los balances anuales y ejercicios de planeación, sobre todo en el marco del Plan operativo de actividades (POA), que cuenta con indicadores específicos en género. Durante este año también tuvimos la medición de impactos cualitativos KOMPASS, donde se incluyó el enfoque de género como un patrón de medición de nuestro trabajo con las contrapartes.
Tenemos un equipo de genero compuesto por delegad*s regionales con quienes nos reunimos mensualmente para intercambiar nuestras experiencias y metodologías en la implementación del enfoque de género. Para guardar nuestra información y hacer seguimiento a nuestros compromisos, tenemos una Carpeta DMS organizada por actividades, herramientas y documentos clave, metodologías y productos de conocimiento y comunicación. Actualmente estamos trabajando en la elaboración de una herramienta para medir el impacto del enfoque de género en nuestras actividades.
Sobre la actividad concreta con el Programa de Acceso de Mujeres, en el modelo de resultados tenemos un indicador de impactos cualitativo y cuantitativo que mide el restablecimiento de los derechos de las víctimas del conflicto armado. Este indicador esta desagregado por género, lo que nos permite ver como avanzamos en el restablecimiento especifico de los derechos de las mujeres víctimas del conflicto armado. Sobre los impactos cualitativos. La experiencia nos ha demostrado que las mujeres de los talleres de formación en Norte de Santander, Meta y Caquetá cuentan con habilidades de interlocución, dialogo y exigibilidad de derechos en materia de restitución de tierras.
Las dificultades, nuestros logros y nuestros siguientes pasos.
En nuestro trabajo con el Programa de Acceso a Mujeres, las principales dificultades a las que nos hemos enfrentado tienen mucha relación con los discursos y practicas culturales sobre los roles sociales de las mujeres. En las regiones no hay capacidades instaladas en asuntos de genero para el trabajo con mujeres y otras identidades sexuales, no hay un reconocimiento de la economía del cuidado que desarrollan muchas mujeres con las que trabajamos. De ahí nuestro compromiso con la sensibilización a las autoridades competentes en la restitución de tierras y con el empoderamiento a las mujeres.
Como muchas de las mujeres con las que trabajamos dedican buena parte de su día a las labores del cuidado y del hogar hemos tenido dificultades con la asistencia de las mujeres a los talleres. La identificación de esta problemática nos hizo ponernos de acuerdo con las mujeres para acordar horarios que se ajustaran a sus labores. Una situación del contexto que ha dificultado nuestro trabajo con mujeres reclamantes de tierras es la amenaza y asesinato sistemático a líderes y lideresas de restitución de tierras en el país. Muchas mujeres con las que trabajamos tienen miedo de continuar con el proceso y los mecanismos de protección del Estado para protegerlas no son suficientes.
Los factores de éxito han sido : (i) la integración de las mujeres rurales al trabajo de la URT en la incorporación del enfoque de género ; (i) Involucrar a las mujeres nos ha permitido escucharlas y responder a sus necesidades y acoplar metodologías innovadoras a sus particularidades ; (iii) el trabajo cooperado entre organizaciones sociales, organizaciones de base, el Estado y los actores de la cooperación internacional ; (iv) la creación de alianzas para concertar metas realistas y medibles y la recolección de los aprendizajes.
Nos proyectamos seguir trabajando de forma cooperada en la incorporación del enfoque de genero con mujeres rurales víctimas del conflicto armado para garantizar su reparación integral y a la vez contribuir a superar la desigualdad de hombres y mujeres con respecto a la tierra. Queremos abrir nuevos Núcleos de formación a mujeres, crear estrategias de seguridad para reclamantes de tierras y establecer sinergias con los procesos del Acuerdo de Paz para que mas mujeres vean cumplidas sus reivindicaciones a la verdad, la justicia y la no repetición.